Enredada en mi propia madeja
de ansiedades tejo mi telaraña.
Neuronas ebrias de angustia
se hunden en triángulo imaginario.
 
El silencio nocturno me engulle,
indiferente me observa un peluche.
Me siento cautiva en un cuerpo
adicto al amor, al placer, al dolor.
 
Un mar de inquietudes me inunda.
No pretendo pensar pero pienso,
no es mi deseo sentir pero siento,
quizá no quisiera vivir pero vivo.
 
La cordura a mi locura despeja,
desata el nudo que me atraganta.
Desnuda entre sábanas de seda,
feliz me abrazo a mi almohada.